A menudo me encuentro en mi carrera profesional a los que cariñosamente llamo los encantadores de serpientes, no serpientes, con corbata, esa “Casta” de individuos que se saben la lección de carrerilla y que mediante su labia, simpatía, sonrisa y arte llegan a encantar a todos con quienes tratan.
Ofrecen sus servicios desde una posición de élite prometiendo, prometiendo y prometiendo pero luego él no tiene ni idea de cómo se ejecuta lo que promete porque a la hora de la verdad delegan en otros y él se encarga de seguir poniendo su eterna sonrisa.
Personas que se escudan detrás de una marca, y detrás de esa marca hay personas con más o menos experiencia que los que están en otra marca más pequeña, y al final no ofrecen nada extraordinario que otra empresa de su gremio pueda ofrecer.
Esos individuos que se dedican a “Perseguir” a directores de…. CEOS de… Presidentes de… constantemente, con mensajes y más mensajes, diciendo y diciendo… y cuando no consiguen nada pasan al plan “B” y ¿cuál es el plan B? Acoso y derribo a la empresa de su mismo gremio que ofrece los mismos servicios y que el cliente no quiere dejar de recibir… Es ahí donde el encantador de serpientes, no serpientes, saca la “flauta con doble perfil” por un lado ángel por otro demonio, y empiezan a tocar una melodía distinta donde juega con la ignorancia musical de su interlocutor intentando confundirle a favor de él y en detrimento de su competencia.
Lo malo de todo esto es que estos encantadores de serpientes, no serpientes, se aprovechan porque se mueven con una pegatina en el pecho que es la marca a la que representa, de la cual exalta las virtudes pero no los defectos, los logros y no los fracasos, y al final, en muchas ocasiones…. Su “Victima” termina sucumbiendo a sus encantos…. Si, ese tipo de “Profesionales” existen, y están ahí al acecho como un encantador de serpientes destapando canastos e intentando sacar la serpiente que está dentro y hacerla bailar al ritmo que ellos quieren, lo peor de todo es que estamos en una sociedad donde “nos encanta que nos toquen esa melodía que nos hace bailar” pero muchas veces no vemos realmente quien la toca.
Para los profesionales que llevamos más de 30 años trabajando y ejerciendo nuestra labor sin utilizar flauta alguna es muy triste ver como a nuestro alrededor existe este tipo de gente, como muchos clientes se dejan seducir por estos encantadores de serpientes, no serpientes, y como al final, al cabo del tiempo nos vamos encontrando a esas serpientes moribundas, intentando encontrar una botellita de oxigeno para poder sobrevivir cuando antes le sobraba, es entonces cuando se dan cuenta de lo sucedido y vuelven a pedir que toquen de nuevo la flauta para poder reanimarles pero ¡ooohhh! Ese encantador de serpientes, no serpientes, tiene otras serpientes que atender y no pueden perder su tiempo, porque su tiempo lo valoran mucho, y esas serpientes que no tienen fuerza para bailar no les interesa, y es cuando esa serpiente piensa… porque no habré visto la realidad de la situación.
Pues si, eso existe, está ahí, lo he visto muchas veces y lo podemos evitar, porque los encantadores de serpientes, no serpientes siempre están ahí, prometiendo unos servicios que él nunca dará, serán otros, y con la sonrisa siempre puesta irán por la vida mostrando una cara que no son.